“Crear es para mí una necesidad” Sol Picó
Nos sumergimos en el proceso creativo de Sol Picó a través de Dancing with Frogs, el espectáculo en construcción que representó el pasado 4 de noviembre en el TEM.
Sol Picó (Alcoy, 1967) pide una silla para estirar la pierna en el hall del Teatre El Musical. “Me rompí los ligamentos cruzados y el menisco en agosto. Pero el menisco es una tontería”, dice levantando el pie, enfundado en unas botas altas de tacón. La firmeza de sus pasos iba a llevarle nueve días después a recibir el Premio Nacional de Danza 2016, pero entonces, ella no lo sabía. En el momento de realizar esta entrevista, sin los enjambres de micrófonos que la han buscado en los últimos días, “su talento creativo y fuerte personalidad artística, unidos a la audacia de sus propuestas escénicas” ya le habían regalado la más alta distinción de su carrera.
La cabeza de Sol Picó nunca para. Formó su primera compañía, Danza Robadura, con 21 años y en 1993 creó la Sol Picó Compañía de Danza con la que ha trabajado y reflexionado los últimos 23 años. “Siempre he creado por necesidad, porque hay algo aquí dentro que necesito sacar de mí. Y el día que no la sienta, dejaré de hacerlo. Memorias de una Pulga fue un espectáculo catártico para poder afrontar la crisis; One Hit Wonders, para revivir los 20 años de profesión; El llac de les mosques, sobre la madurez de los 40 años… Es una reflexión en público en la que resulta brutalmente emocionante y precioso ver cómo reacciona la gente”, detalla.
Sumergirse en el premiado proceso creativo de Sol Picó es como meterse en su cabeza. Todo lo que ve, oye, lee o vive acaba sobre un escenario “Reflexioné mucho durante el proceso de creación de We Women, una obra que hacíamos cuatro mujeres: una hindú, Shantala Shivalingappa; una japonesa, Minako Seki; una africana Julie Dossavi y yo como europea. Preguntarnos qué le pasa a la mujer del siglo XXI nos hizo ver que el mundo está hecho por y para los hombres y sin darme cuenta, se generó todo un pensamiento y un trabajo alrededor del hombre del siglo XXI. Sobre la masculinidad. Qué pasa con la masculinidad y cómo les afecta tanto, para lo bueno y para lo malo”, cuenta rodeada de participantes del IETM el Encuentro Internacional de Artes Escénicas.
Un jamón serrano colgando del techo que no para de recibir puñetazos. Seis hombres con aletas de buzo y sin pantalones. Una docena de huevos. Música marcial. Una saeta. Un trono de Semana Santa. Ese delirante cocktail está dentro de ‘Dancing with frogs’, el borrador del espectáculo sobre la masculinidad que estrenará en otoño de 2017 en Barcelona. El pasado 4 de noviembre, Sol Picó representó por primera vez la pieza en el TEM, aunque todavía está gestación.
“Jamás hago un guion antes del proceso creativo. En la sala de trabajo es donde va a apareciendo todo. Llego allí con muchas ideas, palabras o imágenes y empezamos a trabajar con el cuerpo. A partir del cuerpo vamos vehiculándolo todo. La idea es vomitar muchas cosas inconexas que muchas veces parten también de ellos, y yo doy el contenido coreográfico. Cuando ya lo hemos vomitado todo, ese día, empiezo a crear el guion. Del puzzle que tengo, ordeno y decido cómo monto las piezas para crear una estructura. A veces las pongo de una manera y probamos y no funciona y las cambiamos de sitio. Es un proceso chulísimo”, describe.
La gestación de sus espectáculos dura dos o tres meses y para hablar de hombres, claro, ha contado con ellos. “Los seis actores que hacen esta pieza son tíos con los que nunca había trabajado antes y su entrega ha sido brutal. De repente surgió todo como magia! Es bastante sorprendente también para mí!”, ríe. “Está siendo realmente interesante cómo ellos se ven a sí mismos. Y también cómo hay muchas cosas que ni se imaginan. Nunca han sentido una exclusión como la que he podido sentir yo en alguna ocasión por ser mujer”, explica.
Durante el proceso creativo, aparece el drama. “Hacemos improvisaciones sobre su infancia y salió que había un momento en que no querían jugar al fútbol pero sus padres les obligaban a hacerlo. Por eso introdujimos en el espectáculo la figura del padre castigador. Cómo tienes que ser un tío con dos cojones y cómo no valen otras cosas. Unos lo han vivido más que otros, pero incluso me he encontrado a hombres bailarines cuyas familias casi no les hablan por serlo, independientemente de su sexualidad”.
En ocasiones, trabajando, también puede aflorar el humor. “Cuando trabajas con hombres, siempre se están moviendo y haciendo bobadas y es muy bonito porque podemos trabajar con el niño que llevan dentro. El día de todos santos pasamos el día entero juntos trabajando. Les dije: escribid lo que pensáis sobre vuestros penes. Y aquello fue una cosa…”, se ríe a carcajadas.
“En España vivimos en una sociedad muy bestia. Machista y masculina, hasta el punto que este espectáculo, por hablar sobre hombres, ¡ha despertado mucho más interés ya que otros espectáculos!”
El borrador del espectáculo es un concentrado de sensaciones, algo que caracteriza el trabajo de Sol Picó. Y la incertidumbre es parte del proceso. “A veces también me sorprendo yo misma de la reacción que veo en la gente. Antes en el pase dices, “Ay madre…”. Pero luego, cuando lo haces y ves que el público se pone a tope piensas, pues sí, ¡esto puede funcionar! Y todo eso se queda aquí almacenado, dentro en el córtex, aquí en el occipital… y cuando me puse a trabajar en esta pieza salió todo así: ¡pa, pa, pa, pa!”, dice golpeando con las manos en el aire.
“En España vivimos en una sociedad muy bestia. Machista y masculina, hasta el punto que este espectáculo, por hablar sobre hombres, ¡ha despertado mucho más interés ya que otros espectáculos! Porque parece que las mujeres estamos toda la vida hablando de lo mismo”, critica. “Sin ir más lejos, no hay ninguna mujer dirigiendo un teatro en Barcelona. Ni una. Espero que en breve empiece a haber”, reclama.
Abordar un tema intangible no resulta sencillo. Y hacerse preguntas sobre la masculinidad, menos. “La masculinidad no cabe en un espectáculo. Es lo que mueve el mundo. ¿Por qué es así la sociedad? ¿Por qué todo sigue desembocando en el mismo sitio? ¿Por qué la mujer sigue siendo la que va en el vagón de segunda clase?”, martillea con la mano las palabras sobre la mesa. “¿Cómo es posible que un señor que dice unas cosas tan salvajes como Donald Trump esté a punto de dirigir el país más poderoso del mundo? Vivimos situaciones en las que no pasa nada. Y eso conforma todo, la pobreza, la miseria… Y es un tema tan universal i tan salvaje que yo, me siento un minipunto a la hora de abordarlo. Y quiero rodearme de gente que sepa mucho para no caer en el topicazo e ir a una capa más profunda”, cuenta.
Pero mientras el proceso creativo dura, la compañía tiene que ir rodando porque del barbecho no se come. Tampoco siendo una de las compañías de danza más importantes de España. “Cuando haces un espectáculo, hasta que empieza a rodarse y a venderse tarda medio año. Tengo otros espectáculos y vamos haciendo bolos. Tengo un espacio de creación en Poble Sec que se llama La Piconera al que le sacamos rendimiento para reinvertir en la compañía. Recibimos algunas subvenciones, cada vez menos, pero nos mantenemos bastante en el filo, entre el bien y el mal. A veces casi nos ahogamos y decimos ¡crédito, crédito, crédito! Y ¡boom! Crédito que llega. Y respiramos. Y así seguimos”, confiesa.
“El arte es necesario para completar la vida. El arte y la cultura definen un país”
“Los premios no dan dinero y el prestigio ayuda, pero económicamente es un sector ultraprecario. A veces, con mi socia Pía decimos: ‘¿No nos cambiaremos de negocio?’ ¡No sabes la de bares virtuales he tenido ya con ella!”, ríe. “Tengo la suerte de haber acostumbrado al público a hacer cada vez una cosa diferente. Ahora viene esto más clásico y luego la macarrada de turno. Y la gente viene al teatro diciendo “a ver esta qué ha hecho esta vez”. Ahí está también la fuerza del creador, de decir: lo siento, mi necesidad ahora es hacer esto”, cuenta.
Para Sol Picó, la cultura es imprescindible. “El arte es necesario para completar la vida. El arte y la cultura definen un país. Todas las tribus se han definido por cómo pintaban, cómo hacían sus esculturas, sus vasijas, cómo se movían, cómo hacían sus propios rituales y la danza alimenta el espíritu con magia corporal y hace más agradable vivir”.