“Bach ha sido para mí una escuela para aceptar la madurez corporal”, María Muñoz
La bailarina y coreógrafa María Muñoz nos atiende amablemente al teléfono tras unos días aciagos. Tiene todo preparado para actuar el próximo sábado en el Teatre El Musical bailando ‘Bach‘, una obra que creó en 2004 y que ahora solo baila en contadas ocasiones especiales.
Desde 1982, cuando empezó formando parte de la compañía del Shusaku & Dormu Dance Theater (Holanda), hasta hoy, la trayectoria profesional de María es muy extensa. Pero su proyecto de largo recorrido llegaría en 1988, cuando empezó a colaborar con Pep Ramis, unión que dio lugar a la compañía Mal Pelo. La investigación en lenguajes y la innovación en la danza han sido el ‘late motiv’ de una compañía que ha girado y sigue girando por medio mundo. Europa, EEUU, Oriente Medio, América del Sur… Su movimiento geográfico va ligado a su hambre de conocimiento y la sed de investigación hicieron que Mal Pelo crease en 2001 ‘L’animal d’esquena’, una residencia artística en la que comparten creación con jóvenes talentos de la danza, la dirección de escena, músicos, videoartistas, teóricos y bailarines que participan en residencias, talleres y laboratorios.
Pregunta: ¿En qué consiste la pieza ‘Bach’ que veremos el sábado en el Teatre El Musical?
Respuesta: La pieza Bach la creamos en 2004 y se basa en ‘El clave bien temperado’ de Johann Sebastian Bach. Esa obra tiene 48 fugas con sus respectivos preludios y es muy extensa, así que hemos hecho una selección de piezas combinándolas de la forma más armónica. El escenario es un espacio completamente blanco. No hay ningún elemento. Yo voy vestida de negro y hay una iluminación muy cuidada hecha por August Vilamar. Es una obra muy pura de movimiento y es una excepción dentro de la trayectoria de Malpelo porque en nuestras obras mezclamos diferentes disciplinas. La pieza al principio era corta, luego de media duración, después la obra entera y después, con la realizadora Nuria Font, introducimos el vídeo en escena como luz, como animación, para darme relevo a mí y hacer una segunda parte un poco más dinámica.
P: Coreográficamente es una pieza muy exigente ¿Cuál es su complejidad?
R: La música de Bach es compleja. Está hecha de elementos sencillos que Bach combina con gran maestría y eso hace que oigas diferentes voces a la vez. A la hora de bailarlo debes estar muy en el aquí y ahora, muy presente, escuchando la música, para poder moverte con libertad en esas capas musicales. Bach compone en el momento con materiales de movimiento ya conocidos pero que varían a veces de un día para otro. Y por eso hay que estar muy en el presente y como cuando alguien ejecuta una obra que ya ha tocado muchas veces y que cada día tiene un matiz diferente.
P: ¿Qué aptitudes y actitudes debe tener una bailarina para enfrentarse a ella?
R: Las obras de Bach son muy queridas por los bailarines porque son como una escuela a la hora de poder hacer un paralelismo entre las variables de la música del barroco con lo que un cuerpo puede hacer como instrumento. Diferentes coreógrafos se han acercado a estas piezas de formas muy diferentes pero hace falta tener una técnica sólida, no necesariamente virtuosa pero sólida, en cuanto a cómo fragmentar el cuerpo y trabajar musicalmente con él. Hace falta musicalidad, conocer bien la música y tener la capacidad de escuchar y componer con materiales conocidos en el momento.
P: Desde hace unos años, la bailarina Federica Porello baila esta obra de manera habitual y tú solo en ocasiones especiales, como este próximo sábado en el TEM. ¿Cómo ha sido el proceso de transmisión a otra persona de una obra que creaste y que llevas 12 años bailando?
R: Transmitir la obra a Federica me vino propuesto desde fuera, por el director del Mercat de les Flors en Barcelona. Al principio le dije un “no” rotundo. Pero no porque pensase que no lo puede bailar otro, sino porque pensé que no sería capaz de transmitir una manera de improvisación con las ideas de composición a alguien que no había vivido ese proceso, cuando en Malpelo esa es una manera habitual de trabajar. Cuando le dije que no, él insistió en que me lo pensase. Le di unas vueltas y me vino a la cabeza Federica, que había trabajado en 2014 con nosotros. Federica Porello, es mucho más joven que yo, tiene muy buena técnica pero además tiene una musicalidad especial. Sabe cómo acentuar en los contratiempos en los sitios inesperados y tiene esa capacidad de aceptar que no cada día haces lo mismo y por lo tanto has de estar muy atenta. Me gustaba mucho su presencia y estaba en un momento en que podía no solo recogerlo sino hacerlo suyo, que era lo que yo quería. No copiar lo que yo había hecho, sino adentrarse en esa manera de trabajar y hacerlo suyo. Dije que sí solamente medio convencida pero te aseguro que ha sido una de las experiencias más bonitas de los últimos años. Y eso tengo que agradecérselo a ella. No ha hecho preguntas, se ha ido acercando poco a poco por aproximación y ha ido dándole su carácter.
P: Imagino que hacer esta transmisión es difícil porque es un gesto de generosidad y de amor a la pieza…
R: Tiene que ver con la sensación de las personas de pertenencia de las cosas. He tenido la suerte de encontrarme en el camino a personas muy generosas y de la que he aprendido cosas que he podido incorporar con libertad a lo que estudiaba y a lo que hacía y es muy satisfactorio. Cuando yo veo a Federica, por un lado con la esencia de lo que hemos trabajado y por otro viendo que ella saca un carácter… eso es muy emocionante.
P: ¿Qué significa para ti esta pieza?
R: Esta pieza ha sido para mí una escuela. Ha sido una manera de aceptar también un cambio corporal. Una madurez en el cuerpo que ha hecho que en realidad no se mantuviese nunca igual. Veo ahora el Bach de hace 10 u 11 años y bailaba como a doble tiempo. Con ilusión por acentuar todos los tiempos, con mucha velocidad, mucha energía, mucho salto… y he ido adaptando los movimientos y la escucha de la música a lo que mi cuerpo podía ir haciendo a medida que me he hecho mayor. Ahora es una interpretación más pausada, con menos exigencia de moverme a toda velocidad y con mayor concentración en la música y las posibilidades de cada momento. Tanto de cómo me muevo como en la manera que hago que se visualice el espacio, cómo revelo el espacio.
P: ¿Qué sensaciones te genera bailarla después de tanto tiempo?
R: La bailé mucho en una época en la que estaba aprendiendo esa música y para mí era un proceso natural de evolucionar. Y luego pasé una época en que Bach estaba metida en cada temporada en medio de otros espectáculos nuevos que íbamos viendo y como no la bailaba tanto pues la vuelta es siempre muy placentera. La última vez que la bailé fue en enero en Brujas (Bélgica). Y cuando entré en el estudio y encendí la música sentí como ¡buah!… y fue una sensación de familiaridad pero de reto.
P: ¿Cuál es el futuro de Bach?
R: La pieza la presentamos en su versión corta en 2004 y se completó a final de 2005 y nunca he dejado de bailarla, solo que ahora Federica ha empezado a hacerlo. Estamos en un periodo en que hago alguna de vez en cuando. Me han hecho una propuesta que te voy a contar porque ya he aceptado: hacer Bach en la filarmónica de París en 2018 con un pianista tocando en directo. Imagínate, eso hubiera sido mi sueño siempre, pero era completamente imposible desde el punto de vista de producción. Es muy apasionante. Así como de cierre, ¿no?… Aunque no sé si lo podré hacer… ¡Quizá tendré que hacerla minimalista! O si no puedo lo hará Federica…¡o lo haremos juntas!